Bloqueadores de sol
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Plinio Sosa

Imagínese usted, que salió bien librado de la cuesta de enero. Imagine que no hay crisis, que tiene usted empleo y mucho, muchísimo dinero. Imagine, entonces, que el aire es transparente, que el pavimento es arena blanca, que la acera de enfrente es el mar y -¿por qué no?- que, en lo alto, resplandece un sol brillante. Extienda su toalla sobre la arena y dispóngase a tomar un relajante baño de sol. Pero ... ¡un momento! ¿Trae usted bronceador? Recuerde que la sobre exposición a la radiación solar puede causar serias lesiones.

La luz se propaga en forma de ondas

¿Por qué es dañina la luz? Veamos primero qué es la luz. La luz es energía que se transmite debido a la vibración de una carga eléctrica. Al vibrar una carga, se perturban el campo eléctrico y el campo magnético en todos los puntos que la rodean. Esta perturbación viaja, con un movimiento ondulatorio, desde las regiones más cercanas -a la carga oscilante- hasta las mas alejadas. De este modo, una inocente carga que se encuentre a cientos de miles de kilómetros de otra que vibra, de pronto, sin previo aviso, va a sentir una fuerza que la hace vibrar, también. Es decir, moviendo una carga desde aquí se puede provocar el movimiento de otra que se encuentre muy lejos. O sea que mediante la propagación de esta perturbación de los campos eléctrico y magnético se puede transmitir energía de un lugar a otro. Estas ondas, llamadas con toda propiedad electromagnéticas, viajan a la velocidad más grande conocida: 300,000 Km/s. Además, son las únicas ondas que se pueden propagar en el vacío, es decir, en ausencia de un medio material.

Para comprender el alcance de estas radiaciones electromagnéticas piense en lo siguiente. Allá mismo, en la playa, espere la noche y observe las estrellas. En ese momento, por fin, luego de una larga travesía de cientos de millones de años luz, la perturbación, provocada por ciertas cargas vibrantes en aquel lejano astro, hará vibrar a otras cargas, éstas alojadas en su retina. Luego, estas vibraciones se convierten en una corriente eléctrica a través del nervio óptico que su cerebro interpretará como el evento "ver una estrella". Claro, que lo que usted está viendo ocurrió hace muchos años. Hace tantos, que quizá esa estrella, la que más le gusta, hace mucho que dejó de existir. Nadie puede ver el futuro. Pero, el pasado, ese sí se puede ver directamente.

La energía de la luz se transmite en pequeñas unidades

La energía que transmiten las ondas electromagnéticas no fluye en forma continua sino por pulsos. Estos pulsos, por su naturaleza discontinua, se asemejan a las partículas -aisladas- de materia descritas por la mecánica newtoniana. Se puede considerar, entonces, que la energía radiante está atomizada, es decir, formada por pequeños paquetes de energía. Por analogía con las partículas comunes y corrientes, a estos conjuntos discretos de energía se les ha denominado fotones, cuyo significado literal es partículas de luz. La cantidad de energía de los fotones es menor o mayor según la longitud de la onda electromagnética. La energía de los fotones de las ondas largas (como las de radio y televisión) es muy pequeña. En cambio, la energía de los fotones de las ondas super cortas (como los rayos X) es grandísima.

El daño en la piel

Cuando nos exponemos a la radiación solar, el daño en la piel puede ser tan leve como una simple quemadura. O de tal gravedad que desencadene un cáncer de piel. En cualquier caso, lo que ocurre es una reacción química: algunas sustancias de nuestra piel se transforman en otras. En el caso de las quemaduras de piel, el daño es temporal. Las células de la piel dañadas se caen y son sustituidas por otras nuevas. Se regenera la piel. En el caso del cáncer, la sustancia que se descompone es el ADN, alterándose así la información genética que contiene.

Como las reacciones químicas se dan a nivel molecular, se requiere que cada molécula tenga la energía suficiente para que se lleve a cabo la reacción. Por esta razón, no todas las radiaciones electromagnéticas son capaces de causar daño a la piel. Depende de la energía de sus fotones. Si la energía del fotón es menor a la que se necesita, simplemente no hay reacción y, por lo tanto, tampoco hay daño.

Los fotones de la luz ultravioleta (UV) poseen la energía necesaria para que ocurran las reacciones fotoquímicas que provocan las lesiones de la piel. Por eso, para evitar el efecto nocivo de la luz, se requieren sustancias que puedan absorber la energía de este tipo de fotones. De hecho, el mecanismo de protección natural de la piel implica la acción de una sustancia con tal capacidad. Cuando la piel es irritada por la incidencia de luz ultravioleta, unas células -los melanocitos- producen un pigmento negro llamado melanina y lo distribuyen por toda la piel. El color negro de la melanina produce el oscurecimiento de la piel que conocemos como bronceado.

La forma como funciona la melanina es la siguiente. Cada molécula absorbe un fotón de luz UV y, en consecuencia, pasa de su estado de menor energía a otro de mayor energía. Luego, a través de una serie de cambios vibracionales, regresa a su estado basal emitiendo el exceso de energía en forma de calor. Es decir, se estabiliza sin emitir luz. De este modo, la energía de los fotones UV, en vez de provocar la destrucción de las células de la piel, sólo sirve para aumentar, momentáneamente, la energía de las moléculas de melanina. Luego, se disipa calentando los alrededores.

En realidad, cualquier molécula que se estabilice mediante este proceso puede actuar como un bloqueador solar. Por eso, los bloqueadores contienen sustancias con esta misma capacidad. Históricamente, la primer sustancia comercial, bloqueadora de la radiación solar, fue el ácido para-aminobenzoico (PABA), el cual absorbe fuertemente en la región ultravioleta. En la actualidad, se utilizan catorce diferentes sustancias en la formulación de los bloqueadores solares. Todas ellas tienen una estructura química similar. Se trata de compuestos aromáticos (es decir, de la familia del benceno) capaces de absorber los peligrosos paquetitos de energía de la luz ultravioleta.

Última reflexión (sólo para chilangos)

Si usted pertenece a la tribu de los Imecas (etnia que habita en la capital de la república) y no tiene dinero para ir a la playa, despreocúpese, usted no necesita usar un bloqueador solar, sencillamente porque ... ¿cuál sol?

Horizontes, 2 (4) julio- diciembre 1997, 24

 

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